Asi que me adentré en la pradera y me senté en la hierba y llamé a Helio con un silvido, Helio apareció al poco rato y se posó a mi lado.
Empecé a acariciarle y a darle comida, Helio sonreía y me miraba divertido, parecía que tenia ganas de jugar.
De repente se oyeron unos pasos, Helio se alarmó y se elevó escondiéndose entre las ramas de un árbol, pero siempre en un lugar en el que yo le pudiera ver y muy atento de todo lo que pudiera pasar.
Le miré con mirada tranquilizadora y esperé a ver a quién me encontraría...