Cuando Ati dijo de llamar a Helio Hermes pronto la miró con ojos brillantes, y casi le falta tiempo para empezar a entonar una alegre melodia.
Helio llegó.
- Hola Helio - saludé sonriente cuando saludó -, anda jugad.
Hermes alzó vuelo de inmediato y esperó a Helio que, supuse, esperaría el asentimiento de Ati.