Antes de apartarme, vi con horror como levantaba la otra pata y daba un zarpazo en nuestra dirección, cubrí a Sonia para que no le diera a ella e intenté correr, pero me rozó un poco la espalda y solté un grito. Eso había dolido, pero tenía en mente más en las heridas de Sonia que en mi.
Finalmente conseguí alejarnos, pero el Quimera se había movido en nuestra dirección.