Escuché a Irene, parecía muy feliz con su fénix, pero de repente se callo, y se entristeció, parecía que su fénix no quisiera que recordara algo. Asi que, la miré y baje la cabeza triste, no quería presionarla, no llevábamos mucho tiempo juntas y entendía que no me contara todo, es más, ya me había contado mas que yo y eso era mucho para mí. Asi que no le quise presionar, lo mejor que podía hacer era animarla.
- Si, muy buen dia - le sonreí - Ya que hace tan buen día, ¿Por qué no nos damos un baño? - me levanté de golpe y le cogí la mano con una gran sonrisa en mi cara.
- Si, muy buen dia - le sonreí - Ya que hace tan buen día, ¿Por qué no nos damos un baño? - me levanté de golpe y le cogí la mano con una gran sonrisa en mi cara.