Jacob pasó a la casa encantada y se entretuvo mirando por las habitaciones. Después se quedó en la escalera y se sentó. Empezó a jugar con la varita, pasándosela por los dedos. Recordaba perfectamente como había entrado la primera vez en esa casa... huyendo.
Tensó la mandíbula. Malditos hijos de... Inspiró y fue soltando el aire despacio. Sería mejor relajarse. Por eso había ido ahí ¿no? Para relajarse... O no sería mejor que ellos. Si no se relajaba... iría a matarlo. Guardó la varita en el bolsillo y sacó una moneda para ponerla en su lugar. Una moneda muggle.
Ese sábado no era un buen día, definitivamente. Y no podía ir a ver a nadie estando tan cabreado... Además, Jane estaba asustada. Estaba mucho mejor con Paul, aunque ese chico lo ayudaría a matarlo, seguro. Se puso en pie y se asomó a una de las ventanas. Había niños. ¿Tenían visita a Hogsmeade? Sacudió la cabeza. ¿Qué más da? Ningún crío se atrevería a cruzar el umbral de la puerta... Se sentó y siguió jugando con la monedita y pensando.
Pensando mil formas de matar a ese hijo de su madre de Daniel.