Las palabras de Sonia no me tranquilizaron y estuve atenta, mirando a todos los lados. De repenté oí un susurro, parecía que alguien estaba hablando con Sonia.
- ¿Con quién hablas Sonia? - dije algo asustada mientras me giraba hacia el lugar donde procedía el ruido.
Miré con interés a Elena, ¿De verdad sabía hacer pociones mortifagas? ¿Había hecho ya alguna? o todo ello era una simple broma. Moví la cabeza de un lado a otro rápidamente y varias veces '' Eso es imposible '' me decía una y otra vez.
Rodé los ojos cuando Atiazna gritó y fui siguiendo a Sonia, intentando ir por encima de los árboles, pero a veces tuve que bajar al suelo porque no había ramas suficientemente resistentes.
- Sonia... ¿a dónde te diriges? -le pregunté al reconocer una parte muy oscura del Bosque- Te recuerdo que las acromántulas nos zamparán enteras como nos encuentren.
Giré la cabeza hacia Atiazna durante un segundo antes de seguir el paseo.
- Sí... arañas gigantes -volví a mirarla-. ¿Sabes qué son no? Con esos ojos graandes... y las pinzas... Te cogen entera y abren su boca lentamente, cayéndole la baba para degustar carne humana...
La miré unos segundos más y me eché a reír, pero terminé callando porque realmente estábamos cerca de la zona de las acromántulas... y quién sabía qué más había por ahí.
- Solo espero no estar aquí cuando anochezca... -miré a Sonia- ¿Sabes cuando hay luna llena?
Miré a Elena y escuché su repugnante y siniestra descripcion de la araña. Aunque no quería asustarme no puede evitarlo, si había algo que me diera miedo y asco eran las arañas.
- AAAAAAA - grité
- ¿Luna llena? - dije aún mas asustada - No me digais que puede haber hombres lobo
Pegué un bote con el grito de Atiazna y la miré mal.
- Por supuesto -rodé los ojos-. Te recuerdo que estás en el bosque prohibido y no en la seguridad de tu querida sala común... además, por algo estará prohibido, ¿no?
- ¡Oh vamos Atiazna! Deja de enfadarte por todo lo que digo! -me quejé- Me refería a que dentro del castillo estás más segura que en medio del bosque prohibido... independientemente de si sabes o no valerte por ti misma -resoplé.
Cuando me calmé de ese arranque sorpresivo, miré a Sonia, algo preocupada y luego levanté la cabeza hacia arriba para ver entre las ramas. Apenas se distinguía el cielo y no podía decir qué hora sería.