Se dio la vuelta. Cierto era que no debía expulsarlos, y aunque se había pronunciado claramente al respecto, sabía que no iba a hacerlo al final. Por peores cosas no les habían echado a otros.
- Entonces les daré el castigo más duro que puedan imaginar -lo meditó un rato, hasta que vio de refilón una varita, no supo de quién-. Un año entero, que empieza hoy, y que será no poder usar la magia excepto en clases y exámenes. Si hace falta se les requisará las varitas. Es mi última palabra con respecto al tema.