Azrael Melven Jue Ene 14, 2010 6:51 pm
Salí volando con fuerza hacia los postes. Cuando iba a mitad de campo, pensé que sin duda tenía la carrera ganada, pero...
La escoba empezó a correr a pequeños saltos. Empezó a ir más despacio, bajó en altura.
Me empecé a poner nervioso. La escoba era demasiado vieja y había sido tan estúpido como para cogerla. Seguramente, si estaba abandonada ahí era por algo.
Al menos podría descender con cuidado, porque sólo había perdido potencia...
Pero poco tiempo duró mi consuelo, porque de pronto la escoba empezó a ir más y más rápido. Estaba poniéndome muchísimo más nervioso. De pronto, sin más, paró. Como es normal, salí despedido por los aires.
A esas alturas estaba ya a unos tres metros del suelo, y caí en él, aún yendo muy rápido, rodé y rodé hasta que me dí con uno de los muros que rodeaban la base del campo.
La tela no paró mi rodamiento, pero uno de los palos que la sujetaban chocaron con mi hombro, haciendo un clac profundo.
Por fin paré. Me quedé tendido, mirando acostado de lado el bosque prohibido.
Notaba toda la cara magullada, y seguramente, mi túnica estaría algo más que rasgada. Parecía como si me quemaran todas las partes del cuerpo.
- aaaaa.. hhhhhh
Intenté levantarme, pero, tonto de mí, lo intenté hacer con el hombro que había sonado que aquella manera tan grotesca.
Así que decidí no moverme y me quedé allí tendido.