Clase 1. Engorgio.

Entré en clase y esperé a los alumnos.

Caminé tranquila y feliz por empezar tercer curso.
Entré en clase y saludé.
-Buenos días
Y me senté.

Me levanté temprano por la mañana, dispuesta a no llegar tarde a las clases en este curso. Caminé por los corredores y entré al aula de encantamientos.

-Buenos días-saludé en general, y me senté en una mesa de la segunda fila.

Ya iba apurado a la primera clase de Encantamientos. Demasiados libros en mi espalda, y mis padres que me habían obligado a un suicidio estudiantil y social al obligarme, como castigo, asistir a toooodas las clases del curso.

Estaba completamente seguro de que iba a morir ese año.

- Bue-nosdías -dije resoplando, entre jadeo y jadeo.

Me arrastré, casi literalmente, al asiento más cercano a la puerta y allí me quedé.

- Muy buenos días, queridos alumnos - sonreí de oreja a oreja -. Veo que hay caras nuevas este año - sonreí a la chica nueva de Gryffindor -. Espero que hayais pasado un buen verano - les sonreí y, de paso, hice una pausa relativamente corta, tampoco tenía muchas ganas de empezar la clase pero... había que hacerlo -. Veamos, el primer encantamiento que tenemos en el temario es Engorgio... ¿Qué sabéis de él? - dije mientras me paseaba por la pizarra. Estaba segura de que a algunos de ellos le sonaría a transformación.

Contestaron y entró Elena Bathory, la única que faltaba. Le indiqué que se sentara y seguí con la clase.

- Cinco puntos para Gryffindor. Exactamente este encantamiento sirve para "engordar", aumentar de tamaño los objetos. El movimiento tiene forma de alfa - lo reproduje lentamente con la varita, empezando por arriba.


- Este encantamiento puede tener tres efectos. Si realizamos el movimiento, dibujando la letra alfa pero comenzando por abajo el objeto quedará deforme, la parte derecha se volverá más grande que la parte izquierda o la parte de arriba más grande que la de abajo. El rayo que saliese sería verde pálido. Si pronunciamos mal el rayo será verde fosforito y el efecto sería volverlo grande pero de forma incontrolada y eventual, es decir, el objeto iría "creciendo" de forma incontrolada. Y, por último, si sale bien podríamos aumentar el tamaño de un objeto a nuestro antojo, el rayo sería de un verde oscuro.

Hice una leve pausa, había estado escribiendo los colores y sus efectos en la pizarra. Borré lentamente y me volví hacia los alumnos.

- Si el hechizo sale bien irá creciendo gradualmente pero de forma controlada - saqué la varita y realicé el engorgio sobre una pluma y empezó a crecer a un ritmo constante sobre mi mano -. Para parar solo tendría que acabar el encantamiento, desviando la punta de la varita de forma rápida. ¿Alguien me puede decir un contrahechizo? ¿Conocéis algún encantamiento para devolverle a la pluma su tamaño normal? - les pregunté.

Escuché con atenció lo que decía la profesora y apunté bien claro las tres posibilidades del hechizo y la forma que había que hacer con la barita para más adelante practicarlo.
No dije nada porque no sabía la respuesta.

"así que alfa..." pensé en mi cabeza, apuntándome los colores correctos e incorrectos, como había explicado.

Cuando preguntó me detuve a pensar, pero no tenía ni idea, así que negué con la cabeza, espectante. Luego miré mis manos. ¿Qué sería capaz de reduc...?

- ¿Será Red... Redutio, o algo así, profesora?

- Casi señor Melven. Tenéis que diferenciar bien dos encantamientos. El señor Melven a mezclado los dos. Por un lado está el Reducto y por otro el Reducio. ¿Quién me puede decir los efectos de estos dos encantamientos que tanto se parecen?

El primer incidente, con la varita lo devolví a su estado habitual.

- Ya llegará el reducio, señor Riddle, ahora concentrate en el engorgio -contestó con una sonrisa.

Iba anotando lo que decía la profesora en un trozo de pergamino, sin responder las preguntas al no saber las respuestas. Cuando nos tocó el momento de la práctica, saqué mi varita y practiqué el movimiento un par de veces.
Una vez que pensé que lo tenía más o menos bien controlado, apunté mi varita a una pluma de lechuza que había en la mesa.

-¡Engorgio!-dije con voz potente. Feliz, vi como el rayo que salía de mi varita era de un verde oscuro y como la pluma iba creciendo de manera gradual.

Miré el ejercicio de Sascha.

- Genial, señorita Jackson. 5 puntos para Gryffindor -sonreí-. Siga practicando mientras lo hacen los demás.

Miré los ejercicios.

- Fantástico, cinco puntos para Gryffindor y cinco para Slytherin -sonreí. Fui a mi mesa y saqué cinco muñequitas rusas exactamente iguales, de aproximadamente diez centímetros y las coloqué en fila sobre uno de los pupitres vacios -. ¿Habéis oido hablar de las muñecas rusas?