Escapada al mundo Muggle

- Oh, ¿he dicho leer? -dije rápidamente al darme cuenta de mi error- Quise decir que me escuchó decir tu nombre...

Me sonrojé.

- Conmigo misma -murmuré.

Al ver que reía, me sonrojé aun más. Carraspeé.

- Esto... es que estaba escribiendo en mi diario... y... -que vergüenza-, como tenía fiebre, no me di cuenta que la secretaria entró y justo leyó lo último que había escrito...

- ¡No! -exclamé- ¿No sabes que un diario es privado? Además, ¿para qué quieres leerlo? -lo miré- Si tantas ganas de saber por qué escribí tu nombre, es que estaba explicando nuestro paseo por Londres... -volví a centrar mi atención en los papeles. Pero que mentira.

- Sí, bueno... -sonreí de lado- Quería que quedara constancia que si me moría... era por tu culpa y la de la fuente -lo miré con diversión-. Si me muero, leerían el diario para ver mis últimos movimientos... y últimamente te cruzas bastante por mi vida -me reí.

- Ok, no me muero -sonreí.

Seguí con mi trabajo durante un rato más, sin hablar.

De vez en cuando le miraba y sonreía. Era agradable tener compañía, aunque me sabía mal por él ya que no hacía nada.

- Tengo que ir un momento a Deportes -comenté un rato después-. No tardo ¿vale? -le dije mientras reunía en un montón unos pergaminos, me levanté y los cogí antes de salir por la puerta.

Me entretuve más de lo esperado en el Dto. de Deportes... Cuando volví a la primera planta, nada más salir del ascensor, Lara se me acercó diciendo no sé que tontería. Fruncí el ceño y le dije que tenía trabajo pendiente y que se dejara de cotilleos.
Justo cuando iba a abrir la puerta, mi secretaria me llamó directamente con 'Beth', me giré para mirarla con una ceja alzada ya que parecía nerviosa. Al no obtener respuesta, entré y lo que vi me sorprendió y enfadó.
Sin decir nada, caminé lenta y silenciosamente. Justo cuando Jacob abría el diario, le di un manotazo en la mano que iba a pasar páginas.

- Ya me está explicando qué es lo que hace sr. Kinnet -dije cruzándome de brazos, con el diario en una de mis manos.

- Teniendo mil libros en la estantería -moví la cabeza hacia una de las paredes- has ido a abrir precisamente uno de los cajones del escritorio -entrecerré los ojos-. No cuela Jacob -suspiré-. ¿Tantas ganas tienes de leer lo que pienso? -pregunté en un tono algo más debil.

Me senté y esperé a que el hiciera lo mismo en la silla de en frente.

- ¿No te basta con lo que te digo yo? -le pregunté, guardando el diario en el mismo cajón pero esta vez bajo un conjuro- Nunca te he mentido.

Me acomodé en la silla y lo miré en silencio durante unos segundos.

- Sí te he dicho lo que pienso de ti... Eres un Auror malvado y... -estaba bromeando, pero al parecer él no mucho, así que me callé-. Me caes bien, muy bien -y tan bien-... No sé que decirte -hice un espaviento con las manos, pocas palabras habían para describir lo que pensaba de él y como que no iba a decirselas.

Le saqué la lengua y me incorporé en la silla para recoger el desorden que había sobre la mesa.

- Creo que ya he acabado -miré la hora e hice una mueca-. Aunque supuestamente no termino hasta dentro de 10 minutos...

- Ir a cenar -dije al instante-. Aunque no sé donde porque ya no me sé más restaurantes o lugares para comer -añadí-. Así que podríamos ir paseando y ver con qué nos encontramos... -lo miré- A no ser que tengas una idea mejor.