Escapada al mundo Muggle

me da pereza usar color xD

Estaba, como no, leyendo informes y firmando algunos de ellos. Cuando llamaron suavemente a la puerta, dos golpes, y entró por ella mi querida secretaria.

- Señorita Erzsebeth -su tono de voz y su mirada chispeante me auguraron algo nada bueno-. Tiene visita.

- ¿Quién? -pregunté centrándome de nuevo en el pergamino que leía hasta ese momento.

- Jake -dijo en un suspiro como si fuera una tonta enamorada.

Cogí la varita, que la tenía sobre el escritorio, y le lancé un Tarantallegra. Y se fue bailando.

Y entró Jacob.

- ¿No puedes vivir sin mi o es que en tu departamento ya no te quieren? -pregunté con burla, pero levantándome mientras le sonreía.

- Porque sé que antes de despedir a alguien me lo informan... -rodé los ojos- ¿Qué te trae por aquí? ¿Mary me manda algo? -pregunté con curiosidad.

- Un segundo -dije sin escucharle.

Caminé hasta la puerta y la abrí de golpe. Lara estaba recogiendo algo rápidamente y se congeló al verme.

- Tendré que pasarme por Sortilegios Weasley para prohibirles la venta a los trabajadores del Ministerio -comenté, cruzada de brazos-. Hágame el favor de irme a buscar un café.

- Pero señorita Beth -me miró nerviosa-, tiene una cafetera muggle en su despacho -señaló la puerta.

- Quiero-un-café-de-la-cafetería -dije entre dientes y fulminándola con la mirada-. Y no tengas prisa.

Al instante se levantó y salió volando.

Volví al despacho y cerré la puerta con un hechizo, además de hacer uno para que nadie escuchara nada.

Desde el martes los rumores habían subido de tono y la gente era muy, muy cotilla. Estaba empezando a enfadarme... mucho.

- Perdona... ¿qué decías? -pregunté, mientras me apoyaba contra la puerta y me dejaba caer al suelo, agotada de tanta tontería.

- Encantada voy al Mundo Muggle, así me dejan en paz todos -murmuré y lo miré incrédula-. ¿No has escuchado los rumores que corren sobre mi? -pregunté levantando la cabeza para verlo bien.

- No puedo aceptar que invites tú -me quejé sin tomar el dinero.

Desvié la mirada para intentar ocultar el sonrojo que había aparecido en mi cara al pensar en los rumores.

- ¿Recuerdas cuando ibamos a desaparecernos que te dije que el guardia nos estaba mirando? -empecé a contar-. ¿Sabes que me acerqué más de lo normal a ti? -seguí sin mirarlo- Resulta que en cuanto salió el sol, por todo el Ministerio corría el rumor que la Ministra había llegado de madrugada con un hombre, los dos desaliñados y -carraspeé, avergonzada- se besaban en el Atrio... -dejé la frase en el aire, sin continuar con el resto.

Me levanté del suelo y caminé un par de pasos, parandome cerca de él.

- ¡Oye! -me quejé empujándolo levemente- Pues que sepas, que mi querida secretaria -remarqué el querida- sabe que el misterioso hombre eres tú -le apunté con el dedo índice y le di un golpecito en el pecho-. Por eso nos espiaba...-también remarqué el nos, y le di con el dedo en el pecho- para que le demos la escusa perfecta para soltar tu nombre y que los rumores crezcan -hice el mismo gesto con el tu.

Me sonrojé al pensar en algo y, para mi mala suerte, no pude esconderme de su mirada.
Carraspeé, disimulando de mala manera y retomé mi monólogo, pero esta vez más lentamente.

- Y ahora... creo que he metido la pata al cerrar la puerta y hechizar la habitación... pensará que estamos haciendo algo...

- ¿Y condenarme a no tener una vida en el anonimato? -dijo con ironia, puesto que anonimato precisamente no tenía mucho- Sería divertido incitarlos más... pero... nos podríamos buscar problemas en el ámbito laboral. Será mejor destruirlos -suspiré-. Además, estaríamos mintiendo...

- No creo que funcione porque nos seguirían viendo juntos... ¿somos amigos no? -me encogí de hombros-. No sé, es posible que a algunos no les parezca bien que la ministra salga con un trabajador...

Luego pensé, no estábamos saliendo, solo eramos amigos, como le acababa de decir...

- ¿Sabes? Creo que mejor vivir la vida y que le den al mundo -le sonreí-.

- Sí, claro... ¿has terminado tu turno? -le pregunté- por que yo no termino de trabajar hasta dentro de dos horas...

- Vale -asentí-. Aunque si no tienes nada que hacer hasta entonces, puedes quedarte por aquí... yo voy haciendo y hablamos si te parece. No me molestas puesto que solo tengo papeleo...

- Oh, cierto -solté una risita, me acerqué a la puerta, deshice todos los hechizos y la abrí de golpe.

- ¿Y mi café? -pregunté con cara enfadada hacia afuera.

- He llamado pero... -se oyó debilmente.

- Quiero mi café -la corté-. No, espera. Si tienes uno, bébetelo y trae otros dos.

Volví a entrar y dejé la puerta medio abierta.

- Me he pasado un poco ¿no? -me preocupé mientras iba a sentarme- En fin, a ver si así no es tan cotilla...

Le sonreí y miré los papeles que habían sobre el escritorio y continué con el trabajo.

- Perdón -al cabo de un rato se asomó la secretaria por la puerta y se asombró levemente al ver a Jacob ahí-. Aquí tienen el café -entró y dejó dos vasos para llevar sobre la mesa.

- Gracias -le sonreí, más amablemente.


(esos 3 cafés se le pueden cobrar a erzsy)

- Oh -susurré sin levantar la vista de los papeles-. Ya, bueno... es que Lara... -me pasé un mechón de pelo por detrás de la oreja mientas hacía ver que me fijaba en un pergamino de la esquina- leyó tu nombre...