En ese instante me encontraba en mi despacho, sentada frente a unos papeles que tenía que firmar. Exactamente esos provenían del Departamento de Hechizos Experimentales, en ellos se explicaba al detalle las características de un nuevo hechizo que tenían pensado sacar a la luz. La mitad de cosas no las entendía, conceptos más químicos que otra cosa... pero los resultados de los experimentos eran favorecedores e interesantes.
Estaba a punto de plasmar en el documento mi firma y el sello del Ministerio cuando la puerta de mi despacho sonó ruidosamente. Me sobresalté y levanté la vista. Arnold Royal acababa de entrar sin llamar y pegando un portazo.
Al instante de reconocerlo me levanté de la silla y dejé la pluma en el tintero. Yo sería la Ministra, pero él era el mandamás del bando contrario.
- ¿Pero qué narices te crees que haces? -casi grité muerta de rabia- ¡No puedes entrar aquí así como así!
- ¿A no? ¿Y qué es lo que acabo de hacer? –dijo con sorna, parándose al otro lado del escritorio.
Clavé los ojos en los suyos y siseé:
- ¿Qué es lo que quieres, Royal?
- Hacerte una visita de cortesía -respondió con sarcasmo- ¿Tú qué crees? –añadió fríamente, dando un manotazo contra la mesa.
Bajé la mirada y me fijé en que había dejado en ella un pergamino. Lo cogí y lo leí intentando calmarme.
- ¿Qué me quieres decir con esto?
- ¡No puedes gastar tanto dinero en estupideces! ¡¿Acaso estás loca?!
Dejé el pergamino sobre la mesa y lo miré seriamente.
- No creo que sean estupideces.
Él resopló contrariado y me fulminó con la mirada.
- ¡Qué no son estupideces dice! - gritó como un loco – ¡¿Pero qué te crees que es la cuenta del ministerio?! ¡Hogwarts tiene su propia cuenta bancaria para estas cosas!
- Para empezar, a mi no me grites -le corté secamente-. ¿Me puedes decir a mi qué dinero tiene Hogwarts? Sobre todo desde que decidisteis quitarle las subvenciones que se le daban anualmente -me crucé de brazos.
- Pues si no tienen ¿qué culpa tiene el ministerio? -dijo calmandose, aunque poco- ¡La señorita Riddle debería encontrar una manera para financiar la escuela! ¡Ella es la directora, no tú!
Cerré las manos en puños y me sulfuré. El intento de tranquilizarme no había salido bien. ¡Pero qué hombre!
- ¿Qué qué culpa tiene el Ministerio? ¡¡No me haga hablar sr. Royal!! –grité sin poder contenerme- Fue su culpa lo de las subvenciones, bien sabían todos Uds. que sin ellas ¡el colegio se quedaría sin fondos! Los donativos de las familias no son suficientes y lo sabe –lo miré duramente-. Dígame Arnold –de repente dulcifiqué el tono de voz, daba más miedo aparentando tranquilidad que gritando-... ¿tiene familiares en el colegio?
- Ninguno cercano, señorita, pero ¿puede decirme a dónde quiere llegar?
- Le creía más inteligente Royal –resoplé-. Está claro que los niños necesitan material ¡no pueden hacer nada con el de hace veinte años! –Exclamé dando una palmada contra el escritorio-. Sin ir más lejos la semana pasada uno de los alumnos sufrió un accidente por estar usando una Nimbus ¿ha oído? ¡Una Nimbus! –esta vez le di al escritorio con el puño cerrado-. Ha llovido mucho desde que estuvieron de moda. ¿No lo entiende? ¿O es que preferiría que uno de los calderos explote y muera algún niño solo porque el material estaba hecho trizas? ¿O qué una mandrágora mate a alguien porque las orejeras no cumplían su función?
Me estaba acalorando demasiado, incluso sentía como el corazón me latía más rápido de lo normal.
- ¡La señora Weasley sabría lo que hacer! ¡Ella lo haría mil veces mejor que usted, señorita Milton!
Esa acusación terminó por rebasar el vaso.
- ¿¡Pero qué estupidez acaba de decir!? –grité, carraspeé porque me había hecho un poco de daño en la garganta, pero no bajé el volumen- ¡Ella también hubiera gastado dinero del Ministerio! ¡Tiene sobrinos estudiando en él y sus hijos también irán a Hogwarts! –Lo miré duramente- ¿Es qué no piensa en los niños? –Sacudí la cabeza- No creí que el poder le cegara tanto. ¿Por qué no la llama? ¡Y que nos diga qué es lo que haría ella! –exclamé, empezando a estar ya harta de la situación.
- ¡Sería un placer para mí llamarla si no supiese que la señora Weasley tiene muchas cosas que hacer!
- Sí, cuidar a sus hijos –respondí secamente-. Hijos que van a ir a Hogwarts –estiré el brazo, señalando hacia mi fénix que estaba apoyado en su palo, mirándonos fijamente-. Le presto a Dan; a Hermione no le importará dar un paseo con Rose y Hugo por el Ministerio.
- ¡Sería estúpido molestarla por está tontería!
- ¿Tontería? –Me reí- ¿Ahora es una tontería? –Dije con sarcasmo- ¿Te acabas de contradecir o es que no estás seguro de que Hermione esté de tu lado esta vez?
- ¡Maldita seas! ¡Claro que estoy seguro! - dijo sacando la varita.
- ¡No te atrevas a amenazarme! – grité sacando la mía rápidamente.