Aburrida...

Caminaba por los jardines, aburrida. No había nada que hacer más que esperar el inicio de curso, y hacía un muy buen tiempo como para quedarse dentro del castillo. Llegué a una zona donde estaba habían varias flores y me eché encima.

Hacía un par de días que había vuelto y decidí ir a pasear a los jardines, a ver si me encontraba a alguien más.
Vi a Sascha, la chica que me enseñó a subir a los árboles, tumbada en la hierba. Me acerqué.
- Hola, Sascha

-Hola azry ^^-lo saludé cuando me habló-¿Cómo te va con los árboles?

Le sonreí.

Por mi cabeza pasó un "Azry? todos me llaman así ahora?"

Puse cara divertida.

- Les di clases de escalada a mis primos pequeños -dij e guiñando un ojo-. ¿Cómo te ha ido todo a tí? hace tiempo que no te veo

Me encogí de hombros.

-Bien...no hay mucho que contar, la verdad.-le respondí. Luego arranqué una flor del pasto y comencé a arrancarle los pétalos, distraída.

- Pues vaya que chasco, yo que esperaba que me contaras algo interesante -reí y la miré de nuevo-. Te veo algo triste... ¿te pasa algo?

Me sorprendió un poco su pregunta, ¿tan obvio era que estaba triste y preocupada?

-No-le respondí, sin mirarlo.

- Bueno, si tú lo dices...

No sé, pero la anterior vez se había portado mucho más alegre.

- Si te molesta que esté aquí puedo irme si quieres, y así te dejo sola con tu "no pasa nada" -dije al rato.

-No tienes que ser tan malo, azry-le dije, algo sorprendida por que me haya hablado así.

Casi un segundo después de que haya dicho esto, un cuervo blanco vino volando y se posó en mi brazo. Llevaba una carta.

- Lo siento, Sascha, no pretendía sonar brusco, más bien todo lo contrario -dije intentando disculparme y sonriendo un poco.

Vino un cuervo blanco de pronto...

- ¿Un cuervo blanco? ¿No será el de sonianda, no? Creo recordar que tenía uno...

-No, es mío-dije, mientras desamarraba la carta de la patita del cuervo, apresurada al ver de quien era.

Una vez tuve la carta, el cuervo se posó en mi hombro y leí la carta. Una vez estuve por la mitad de la carta, una lágrima comenzó a caer, seguida por otras. Cuando acabé de leer la carta, la arrugué, me paré (el cuervo salió volando y se paró en un árbol) y la tiré a un costado, con cólera mezclada con tristeza. Después me dejé caer de nuevo, con la mente muy lejos de aquí.

Me acerqué a ella una vez se había sentado. no sabía muy bien cómo actuar. Alargué la mano hacia su hombro pero antes de tocarlo la aparté.

- Sascha, ¿te encuentras bien? -pregunté algo preocupado de que algún familiar de mi amiga hubiera muerto.

Desde lo lejos, su pregunta irrumpió en mi cabeza, pero demoré un rato en reaccionar.

-Creo que es obvio que no-respondí bruscamente, y, tratando de sonar todo lo indiferente posible, añadí-Mi padre murió.

No pude evitar sentir un escalofrío al decir esto.

Sólo acerté a decir:

- Oh lo siento mucho -en un murmullo que casi ni salió de mi boca-. Si quieres me puedo ir y dejarte sola, no me molestaría, tranquila