Nadé hasta la orilla y al salir me sequé con la varita y rebusqué entre un matorral hasta encontrar mi túnica.
Cuando terminé de hacer lo que estaba haciendo me di cuenta que ahí al lado habían dos tiernos leoncitos.
- ¿Pasando una agradable velada en pareja, tortolitos? -les pregunté parpadeando exageradamente y juntando las manos a la altura del pecho.