Al pasar y ver la escena me tapé la boca con una mano.
- Dios mío -murmuré. Miré alrededor por no mirar a Alan, pero la imagen ya estaba en mi mente- Eh... -me centré en Jacob- Sí, claro. Ahora aviso -murmuré. Dicho eso bajé a mi despacho y escribí una carta a San Mungo y se la di a mi fénix. Sí, era mucho más rápido que una lechuza normal. No pude evitar volver arriba.