Primera parada (02)

Cuando llegamos al pasillo miré con cuidado. Al ver que no había nadie en el pasillo abrí con cuidado la puerta. Tampoco había nadie adentro.

- ¿En un retrete? - pregunté medio sonriendo.

- Si no te gusta di tu otro sitio - murmuré impaciente.

- Vaya, es lo primero coherente que sale de tu boca de serpiente - bromee estiré el brazo, a una distancia prudencial para no tocarla -. Colocalo tú.

- ¿Qué gracia tiene si no vemos la cara de la victima? - murmuré rodando los ojos.

- Pero si salimos... - suspiré -, adiós broma...

De repente se escuchó un ruido, cerca de la puerta y una voz de chico inundó el pasillo.

- Vamos - dije agarrandola de la manga y arrastrandola a uno de los retretes del medio -. Si subimos a la taza no nos verán los pies... - susurré.

Como no se pasa ningún chico...

Las dos estabamos subidas en la taza mientras escuchabamos unas pisadas. Me puse de puntillas intentando mirar por encima de la puerta. Había un chico mayor que nosotras, seguramente de cuarto o quinto por las pintas. Había otro del mismo curso, supuse, en la puerta y los dos hablaban a voces sobre una clase de encantamientos. Se dirigió a los lavabos mientras cruzaba los dedos. Tenía las manos sucias, o eso me parecía, y abrió el grifo para lavarse..., el grifo en el que estaba la bengala.

Había estado sentado en uno de los minicuartitos en los retretes, pensando en las musarañas. Últimamente siempre había jaleo por cualquier lado, y en ese momento que ya había terminado de estudiar, no me apetecía ni papa rodearme de histéricos susurrando fechas, aptitudes y características. No, no, no.

Oí que abrían la puerta. No le dí mucha importancia, ya que allí podía entrar cualquiera y yo estaba bien agazapado tras una puerta, pero de pronto, cuando las personas que habían entrado, comenzaron a hablar, reconocí una de las voces. Era Elena.

La otra voz se me hacía familiar, pero no la lograba recordar bien. Supuse que sería alguien con quien me había relacionado más bien poco, así que deduje que sólo podía ser Hollie.

Las oí cuchichear y se pusieron cerradas justo en el retrete de mi lado.

Me encaramé a la pared y atisbé. Las ví de espaldas y me sorprendí. Al mismo momento vi a dos chicos que entraban en el baño.

"¿Irene con Elena, sin pegarse ni insultarse? Esto es nuevo" pensé.

- Chist -susurré-. Creo que os pueden castigar por esto -sonreí de medio lado iba a añadir algo más cuando de repente sonó un ruido muy fuerte.

No sé ni cómo me no me caí de donde estaba agarrado.

Las miré después de observar cómo maldecía a grito pelado el chico, empapado.

- Y creo que por esto os pueden castigar aún más.

Sin más, me volví a esconder tras la mampara. Ni de broma me iba a encontrar ese mayor allí. Seguro que pensaría que había sido yo, así que aguardé en silencio. Esperaba que no me hubierallegado a ver.

Hacía mi turno por los pasillos cuando escuché un ruido raro dentro de los baños de los chicos. llamé a la puerta y un chico la abrió.

- ¿Que sucede Smith? - pregunté.

El muchacho lo explico todo, estaba algo nervioso pues no se esperaban lo que había ocurrido.

- Muy bien - asentí a los dos -. Será mejor que vayáis a la enfermería e intentéis calmaros. Decidle a la enfermera que os dé una poción para los nervios.

Los dos alumnos se marcharon. Examiné la bengala que había explotado. Sin duda una broma. Caminé por el baño abriendo todas las puertas, comprobando antes que no estaban ocupados, hasta que dí con dos niñas.

- Pero a quien tenemos aquí - murmuró -, Swen y Bathory. Sin duda alguna las causantes de tanto alboroto ¿verdad? ¡Quiero que vengan a mi despacho inmediatamente las dos! No esperaba algo así de ninguna, y mucho menos de usted, Swen, una alumna de mi propia casa... Y usted, Bathory, siempre he creido que era una buena alumna, creo que acaban de romper todas mís expectativas... ¡Vayan a mi despacho de inmediato!

Mcgonagal. Tragué saliva escondiéndome, maldición.

Azrael se había escondido, recé para que no lo pillase, después de todo él no había hecho nada. De pronto la puerta de nuestro retrete se abrió. Genial, pilladas.

Tragué saliva mientras escuchaba lo que decía. Y sin decir nada empecé a caminar hacia el despacho. Nos iba a caer una buena...