Entablando amistades

Ya era por la tarde y como se acercaban los examenes había estado un buen rato estudiando, pero el hambre se estaba apoderando de mi, asi que decidí bajar a las cocinas a saciar el apetito y así olvidarme un poco de los estudios.

Llegué a las cocinas, no había nadie, asi que cogí varios platos de comida y me senté en una mesa cerca de la pueta esperando poder compartir la comida con alguien.

Me había escondido debajo de un montón de patatas de huerta. Riéndome de la gran estupidez que había hecho, pero paré enseguida cuando oí que alguien se acercaba. en las ranuras de patata y patata miré quien era. Atiazna....
Riéndome flojito salí de golpe de ahí y gritando.
-Hola Atiaznaaaaaaaaaaa

Entre en las cocinas mientras las tripas rugian como un león.

Me sonrojé pensando que Atiazna o Sonia, sentadas en la cocina, podrían haberme escuchado. Sin más se acercaron hasta cinco elfos. Como todavía quedaba para la cena decidí hacer una pequeña merienda y pedí pastelitos y zumo.

Me acerqué a mis compañeras, mientras los elfos me seguian.

- Muchas gracias - dije a los pequeños criados, los cuales se retiraron haciendo pequeñas reverencias. Fruncí en entrecejo, no me gustaba que me tratasen así -, ¡hola! ¿Puedo sentarme con vostoras?

De repene como de la nada salió Sonianda gritando mi nombre

- ¡Holaaaaa! pero... ¿De dónde has salido? - dije entre risas - Creí que estaba sola

A lo lejos ví como se acercaba Irene, trás pedir un poco de comida se acercó a la mesa en la que estábamos Sonia y yo.

- ¡Hola! - le saludé - ¡Claro!, como no, sientate - le sonreí

Me tiré al suelo y al suelo y cogí a Atiazna por el tovillo.
-Juega conmigo a las comiditas
La dije mirandola con cara de gato.

Miré a Sonianda extrañada, aunque, nose por que me extrañaba. La situación era algo graciosa, asi que empecé a reir.

- ¿A las comiditas?, vale, juguemos - sonreí - ¿Qué? ¿Te unes? - pregunté a Irene

Sin esperar contestación cogí unas patatas y se las tiré a la cabeza de Atiazna.

- Pero ¿Como te atreves a meterte con una tejona como yo? - miré con cara amenazadora a Sonianda, pero no pude evitar soltar alguna carcajada - ¡Te vas a enterar leoncita! - me levanté del asiento y comencé a hacerle cosquillas - ¿Y ahora que eh? - dije entre risas

-Nooooooooo, para porfa, coaquillas noooooooooo
Exageré mi liberación.

- El plan me gusta - dije al ver como Atiazna mataba a cosquillas a Sonia. Sin más las dos estabamos haciéndole cosquillas.

Me saltaban las lágrimas y a penas podía pronunciar palabra.
-Bas..., bast..., bastaaaa, po..., porr favooor
Ahora intentaba escapar de las cosquillas.

No podía parar de reir, además ahora se había unido Irene para acerle cosquillas a Sonianda

- Vale, que me da pena - le dije a Irene y le saqué la lengua a Sonia - Si esque ¡Somo invencibles! - miré a Irene y levanté el brazo para chocar la mano con ella

Choqué la mano que Ati había alzado riendo.

- Vamos Sonia... ¿Que otra macabra idea se te ocurre?

Olfateé el suelo y comencé a buscar, olía algo muy bueno.

Miré a Sonia alzando una ceja

- ¿Qué haces ahora?

-¿Rastrear?, parece que vosotras no lo podeis olerlo
Seguí arrastrándome por el suelo.

- Creo que intenta imitar un perro, parece que sigue algun tipo de olor... - me encogí de hombros sonriendo.

- No, no huelo nada fuera de lo común, ¿Qué se supone que deberíamos oler? - le pregunté

Seguí con el rastro y acabé chocándome la nariz contra la zapatilla de alguien, intenté levantarsela y me dirigí a la persona para ver si podía levantar el pie.
-Irene, ¿te importa levantarlo un momento?

veras...

Miré perpleja a Sonia, pero levanté el pie despacio, algo cohibida. De ella podía esperar cualquier cosa.

Olí el suelo y uego a Irene, luego, otra vez el suelo y otra vez a Irene y en este caso me la quedé mirando.
-Siiiii, eres tú
Y me agarré a su pierna.

Sonia me agarró de la pierna y la miré muy extrañada.

- ¿Que soy yo qué? - miré a Atiazna en busca de ayuda ¿Qué se supone que era?

-Pues tú, eres tú la que huele así, me he aprendido tu olor, ahora si te pierdes quizás te pueda encontrar

Rodé los ojos.

- Genial, al menos alguien me podrá encontrar - después me reí porque esperaba que fuese peor.

Miré a las dos chicas algo perpleja.

- Si, si te pierdes, ya sabemos a quien acudir - dije mientras comía - ¿Y el mio? ¿El mio no te lo sabes? - dije cruzándome de brazos en señal de cabreada